Asedios (en proceso)

 

Si tienes problemas. ¡Grita!  Si te sientes amenazada grita más fuerte. No llores. ¡Grita! Grita el odio y la rabia. El dolor y la pena. Gritar es la forma de amedrentar a los matones. Si aprendes te salvas. Correr, será la forma de salvarte cuando vayan por ti.

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Treparía el pequeño cuerpo anidado apenas tres días atrás. Treparía ascendiendo porfiadamente como insignificante resorte de vida. Caería en gotas su sangre efímera, muy lejos de aquel vientre donde no existe ninguna posibilidad

Intentas destacar la inutilidad del gesto, su fatiga. Buscas comprometernos con esa fragilidad, es mejor tenerlo claro. El vértigo, nos sucumbe allá afuera. Las imágenes nos hacen desconfiar. Estás acá porque crees que sabes algo –ella dice. No muy bien, pero algo intuyes. Tal vez, algún recuerdo. No encuentras respuesta y te entregas a la idea que es un mundo de otros, puesto ahí para cegarte. Un control imperceptible nos mantiene sujetas y adheridas, atadas a esa réplica. No alcanzamos dar mente a los desbordes. Aun así, bajo esta piel extensa que contiene todos los intercambios, de vez en cuando nos cruzamos. Ven, siéntate a mi lado, –me dice. Muy cerca de la arena, mi espuma quiere besarte. ¿Sientes el peso de este cuerpo? Cuánto duraría un beso que se extiende con desinterés. Cuántos mensajes propagados como estelas, explotados de distancias, fibras de luz, extendidas de paisajes. Me entumezco, ­–ella dice.